martes, 17 de mayo de 2016

DE SECRETOS Y GENERALES

En el libro “Secretos de Generales” no aparecen entrevistas a muchos de los que hoy mueven los hilos del Poder en Cuba
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(Foto tomada de internet)

(Foto tomada de internet)

LA HABANA, Cuba.- En 1996 fue publicado el libro “Secretos de Generales”, escrito por el fallecido periodista Luis Báez. Según explicó el propio autor en una nota, constituyó un homenaje al 40 aniversario del Ejército Rebelde. Contiene entrevistas a cuarenta y uno de estos altos oficiales, todos –en aquel entonces– de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y dentro de los cuales hay una sola mujer, Delsa Esther Puebla Viltre, más conocida como Teté Puebla.

El prólogo lo escribió Raúl Castro, quien por aquella época fungía como ministro del ramo; y como era de esperar está dedicado al “Artífice del Moncada”, Fidel Castro.

Fue un libro bastante polémico y no se tienen noticias de que la editorial Si-Mar S.A. haya publicado otras ediciones.

Algunos de los protagonistas ya fallecieron y otros están defenestrados. El primero de todos, general de cuerpo ejército –único con este rango– Abelardo Colomé Ibarra (“Furry”), renunció a su cargo de ministro del Interior (MININT) por problemas irreversibles de salud. Como reconocimiento a su historial revolucionario, le fue otorgada la Orden por el Servicio a la Patria de Primer Grado.

Para sustituir a Colomé Ibarra y a propuesta de su Presidente, el Consejo de Estado dispuso designar al general de división Carlos Fernández Gondín, que ocupaba el cargo de vice ministro primero de ese organismo y que también es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Pero Fernández Gondín no está dentro de los entrevistados en el libro; tampoco quien lo sustituyó, el vice almirante Julio César Garandilla Bermejo, quien con antelación era jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar de las FAR y que la voz popular considera un hombre de toda confianza de Raúl Castro. Bermejo ocupa cargos en el Comité Central y en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Como ha venido sucediendo desde 1989, en que se radicaron las Causas No.2 y 3, por corrupción y narcotráfico, contra un grupo de altos oficiales de las FAR y el MININT, se determinó inundar este segundo organismo con oficiales del primero, dándole un papel preponderante –desde entonces– a las Fuerzas Armadas. Tanto fue así que en aquella época se corrió el comentario de que se crearía el Ministerio de Defensa, con la fusión de ambas instituciones, algo que no prosperó.

Volviendo al tema del libro, habría que decir que pasados 20 años, dos generaciones de cubanos de los que vivimos en la Isla, no se recuerdan nombres que fueron muy conocidos en esa época, como Sixto Batista Santana –que estuvo al frente de los Comités de Defensa de la Revolución– o los hermanos Enrique y Rogelio Acevedo González, este último destituido de su cargo de presidente de la Aeronáutica Civil. Incluso personas más viejas, vinculadas a la política, no son capaces de decir si estos generales están vivos o muertos y, de encontrarse aún entre nosotros, se desconoce si mantienen sus grados o si están ocupados en alguna labor en específico.

El secretismo es algo que ha caracterizado el comportamiento del régimen durante todo el tiempo en que ha tenido el poder, es por eso que aunque la propuesta del libro se basa en poseer información “desclasificada”, las memorias “terroristas” que relatan la mayoría de los generales ha hecho que no forme parte de la historia que quiere contar en este momento “un régimen de paz y unidad”.

No obstante, en la actualidad no hay que llegar a General y bien se puede controlar el Poder desde las sombras.

Tal es el caso del coronel Alejandro Castro Espín, hijo del General-Presidente, que dirige el muy poderoso Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, una institución funcional que no tiene estructura legal y en estos momentos le están subordinados el MINFAR, el MININT; así como los Ministerios de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior e Inversión Extranjera; además juega un papel decisivo con relación al resto de los organismos estatales, cuando de seguridad nacional se trata.

Algunos analistas se han podido percatar que el proceso de restablecimiento y normalización de las  relaciones diplomáticas Cuba-Estados Unidos ha sido diseñado, ejecutado y controlado por el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, teniendo como cara pública al vice jefe de esta institución, el Dr. Abel Enrique Márquez Santamaría, abogado y máster en relaciones internacionales.

Fue también ese “team” el que gestó y ejecutó el intercambio humanitario de prisioneros que alcanzó a los cubanos Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, quienes cumplían penas en cárceles en Estados Unidos, a cambio del norteamericano Alan Gross y el cubano Rolando Sarraff, ambos sujetos a cumplimiento de sanciones impuestas por espionaje y otros delitos conexos.

Basándose en la “confidencialidad”, tampoco hay referencias de los constantes encuentros bilaterales Cuba-Estados Unidos previstos en la agenda concertada para el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas que han dado vías a la “Comisión Bilateral”, con una amplia agenda de temas, susceptibles de incorporar los que sean procedentes y propuestos por las partes.

Las estructuras de poder están fuera del alcance del derecho ciudadano, quienes manejan las cuerdas detrás de las bambalinas –tanto de las relaciones internacionales como de la seguridad nacional y la economía– no han sido desclasificados como los generales del libro de Báez; aunque no lleguen a tener altos rangos militares, sí tienen en sus manos el destino del país.